Aunque es discutida por unos y otros, la opinión dominante atribuye la fundación primera y segunda de Barcelona a los fenícios. Al menos sabemos que entra en la Historia como colónia de Cartago, a su vez aliada de Sídon y Tiro. Está probado que los elefantes de Aníbal se detuvieran a beber y triscar en las riberas del Besòs o del Llobregat camino de los Alpes, dónde el frío y el terreno los diezmarían. Los primeros barceloneses quedaran maravillados a la vista de aquellos animales.
In La Ciudad de los Prodígios, Eduardo Mendoza, p.15
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